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La Interpretación De Los Sueños: Arquetipos

La interpretación de los sueños: arquetipos

Siempre ha existido la creencia de que los sueños son un método para clasificar la información recogida en la víspera. Mientras estamos despiertos, nuestra actividad se concentra en el exterior y en lo consciente. Recibimos muchísimos datos sobre las otras personas, las situaciones en que nos vemos inmersos y todo aquello que nos rodea. Parte de esta información tenemos que interpretarla al momento para poder tomar decisiones y avanzar. El resto de información, en cambio, la tendremos que analizar e interpretar más adelante. Pamela Ball compara el proceso de soñar con la limpieza de una casa. Al hacer limpieza, liberamos espacio para recoger nuevos datos el día siguiente. Cuando soñamos, la información que a priori no nos será útil se tira al vertedero general —al que ella también llama inconsciente colectivo—. Lo que quizá nos servirá más adelante se guarda en el trastero para su uso en futuras ocasiones y de manera aleatoria. El resto se guarda cerca, en un lugar de fácil acceso, para tenerlo a mano, ya que seguramente son datos que tendremos que usar pronto.

En el libro ‘Gran enciclopedia de los sueños’, la autora expone un caso que tal vez el lector habrá experimentado. Cuando vamos a dormir nos formulamos una pregunta relativa a un problema que no logramos resolver. Definimos el problema, registramos toda la información que hemos obtenido y nos dormimos preguntándonos la aclaración que necesitamos o los datos que nos faltan. Quizá la mañana siguiente ya tenemos una respuesta, quizá tarde unos días más o quizás el dilema se irá descifrando en sucesivos sueños a lo largo de varias noches. Sea como sea, llega un momento en que instintivamente sabemos que hemos resuelto el problema.

Pamela Ball nos invita a entrar en el mundo de la interpretación de los sueños. Ella considera esta actividad como un método para el autoconocimiento, para el crecimiento personal y para el cultivo de la propia espiritualidad. Como primer paso, nos anima tener una grabadora o papel y bolígrafo a mano cuando vamos a dormir. Así, cuando nos damos cuenta de que hemos soñado, podremos registrar lo que hemos visto y los sentimientos y las sensaciones que hemos experimentado. A partir de ahí podremos recurrir a su libro, planteado como un amplio diccionario que define el significado de cada una de las visiones o símbolos que aparecen en los sueños. La autora ofrece siempre tres interpretaciones: la primera es una explicación sencilla de las imágenes del sueño. La segunda tiene un enfoque psicológico y enseña una manera de proceder que puede ser útil. Y la tercera es el significado espiritual del sueño, que da al soñador la oportunidad de profundizar. Antes de llegar al diccionario, sin embargo, el libro presenta unos arquetipos como primera introducción a la interpretación de los sueños. Resumiré sólo la sombra, la anima, el animus y el sí mismo.

La sombra aparece en los sueños como una persona del mismo sexo que el soñador a quien no conseguimos reconocer. Se presenta como alguien por quien sentimos antipatía, miedo o envidia, alguien que no podemos pasar por alto. Representa la parte potencial del individuo que nunca ha desarrollado, que siempre ha descuidado. Son los aspectos del carácter que se han prohibido y frustrado y, sobre todo, los que nunca han reconocido o aceptado.

La anima y el animus nos ayudan a entender el sexo opuesto y la parte del sexo opuesto que todos tenemos. En el caso del hombre, la anima es la parte emocional e intuitiva. Suele aparecer a los sueños como una mujer desconocida, pero se parece a alguien que conocemos o a alguna divinidad. Sale en los sueños cuando el hombre descuida su lado femenino (sensibilidad, ternura, espontaneidad, receptividad, adaptabilidad…) El animus, en la mujer, representa su parte masculina: el lado analítico y lógico, así como el autoconocimiento. A diferencia de la anima, puede tener múltiples representaciones, y suele aparecer en sueños para manifestar la necesidad de desarrollar rasgos masculinos (razonamiento, estrategia, competitividad, autocontrol…) en la personalidad de la mujer, o bien cuando la mujer no consigue entenderse o se siente confundida.

El sí mismo es el arquetipo del potencial. Es una cualidad espiritual superior que todos tenemos, aunque desconocida. Es una especie de guía interna que necesitamos entender y en quien debemos confiar. Solo siguiéndola reaprenderemos que formamos parte de un todo superior. Dado que el verdadero potencial pertenece al futuro, la primera representación del sí mismo puede ser una figura que nos anima a seguir adelante. Después quizá se nos muestre como una divinidad (Cristo, Krishna, Buda…) o como un símbolo de plenitud.

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Fuente:

  • BALL, Pamela (2002), ‘Gran Enciclopedia de los sueños’, Barcelona, RBA Libros

Foto:

@gpointstudio en www.freepik.es

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